«UN MAL HOMBRE», DE ELENA FERRANTE

FERRANTE, Elena. Un mal hombre. Trad. Celia Filipetto. Miami: Penguin Random House Grupo Editorial, 2016.

Por fin ha llegado el momento de que os cuente cómo ha ido la lectura del segundo libro de la saga Dos amigas de Elena Ferrante, Un mal hombre, donde somos testigos del fin de la adolescencia de Lina y Lenù. Más o menos desde que tiene diecisiete años hasta que tienen veintipocos.

La experiencia ha sido la misma que la del primer libro y, también aquí, he de decir que me ha encantado. Además, este segundo libro es mucho más feminista y, la verdad, no me lo esperaba.

Vi nítidamente a las madres de familia del barrio viejo. Eran nerviosas, eran condescendientes. Callaban con los labios apretados y los hombros caídos o proferían insultos terribles a los hijos que las atormentaban. Se arrastraban flaquísimas, con ojos y mejillas hundidas, o traseros anchos, tobillos hinchados, pechos pesados, las bolsas de la compra, los niños pequeños aferrados a sus faldas pidiendo que los auparan. Santo Dios, tenían diez, como mucho veinte años más que yo. Sin embargo, parecían haber perdido los rasgos femeninos que tanto nos importan a nosotras, las muchachas, y a los que sacábamos partido con la ropa, el maquillaje. Habían sido devoradas por el cuerpo de sus maridos, de sus padres, de sus hermanos, a quienes terminaban por parecerse cada vez más, a causa de las fatigas o de la llegada de la vejez, de la enfermedad. ¿Cuándo empezaba esa transformación? ¿Con las tareas domésticas? ¿Con los embarazos? ¿Con las palizas?1

Y esto es solo una parte, la que más remarcable me ha parecido porque era bastante específica, pero toda la obra girará en torno a la institución del matrimonio en todas sus variantes en los años cincuenta. En torno a la figura del hombre como aquel que nos da permiso a las mujeres para respirar y ser nosotras. O, mejor dicho, para ser las mujeres que ellos quieren que seamos.

No voy a destripar nada de la trama, ¡no os preocupéis! Pero sí os diré que me encanta la evolución de Lenù, la mujer en la que se llega a convertir y todo lo que madura y aprende. Me parece que, además, en este libro toma la decisión más importante y revolucionaria que se pudiera tomar por aquel entonces. Desde luego, Lenù es el ejemplo de todas las mujeres que han luchado por nuestra libertad. Aunque, he de deciros, aún sigue muy cohibida e insegura.

Lina, sin embargo, me fascina también. Otra revolucionaria, otra valiente, increíble mujer atrapada, no obstante, en el sistema patriarcal. Las circunstancias de Lina son diferentes, horrorosas, frustrantes, pero tenéis que leer el libro para que sepáis de lo que estoy hablando.

El ritmo ha sido un poco extraño porque las doscientas primeras páginas son lentas y ciertamente monotemáticas y, de pronto, hay un giro de guion espectacular (hay varios aunque uno de ellos me ha parecido predecible, no sé por qué, me lo intuía) que hace que todo vaya rapidísimo. Tan rápido que, en unas pocas páginas, se resume todo un año. No me parece que haya quedado mal, la verdad, pero si lo comparamos con el libro anterior igual nos chirría.

Me obligaba a descargar las cajas, a apilarlas una encima de la otra, a vaciarlas, a colocar los libros nuevos, a reordenar los viejos, a quitarles el polvo, y me mandaba subir y bajar por una escalera de mano con el único fin de mirarme debajo de las faldas […] Me cansaba el calor, el esfuerzo, el asco por las miradas y las palabras groseras del librero2.

Yo me quedo, sin duda, con la denuncia que se hace a lo largo de todo el libro de los abusos a los que se nos ha sometido a las mujeres durante ¿siempre? Abusos en forma de miradas obscenas, de interrupciones cuando hablamos, sexuales propiamente dichos, metidas de mano, que si somos unas furcias, que si unas zorras, que si me perteneces, que si te doy una paliza, que si te suelto un bofetón, que si te compro con cosas para crear una dependencia y un inmenso etcétera. Y me encanta porque también refleja de qué manera ese sistema patriarcal afectaba también a lo hombres como, por ejemplo, con la obligación de hacer el servicio militar.

El libro es muy duro, muchísimo pero, ¿sabéis qué? Que, a pesar de estar ambientado en los años cincuenta, no me sorprende nada de lo que sucede porque sigue pasando hoy en día.

Por favor, si no habéis empezado ya la saga ¡no sé a qué estáis esperando!


1FERRANTE, Elena. Un mal hombre. Trad. Celia Filipetto. P.119. Miami: Penguin Random House Grupo Editorial, 2016.

2FERRANTE, Elena. Un mal hombre. Trad. Celia Filipetto. P.205. Miami: Penguin Random House Grupo Editorial, 2016.

Publicado por

Isabel

Madrid, 6 de julio de 1993 - Estudié filología hispánica en la Universidad Complutense de Madrid y tengo la inmensa suerte de dedicarme a ella cuando no tengo que trabajar.

3 comentarios en ««UN MAL HOMBRE», DE ELENA FERRANTE»

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