He terminado hace apenas unos días el tercer volumen de la saga Dos amigas. Si no conocéis la saga solo deciros que el primero es La amiga estupenda y el segundo Un mal hombre, ambos volúmenes aquí reseñados en mi blog. El tercero sería este del que estoy hablando ahora mismo y el cuarto y último La niña perdida. Me gustaría terminar el cuarto volumen antes de acabar el año, ¿podré?
Nos sumergimos, en esta parte, en la Italia de los años setenta, en plena lucha de clases, fascistas contra comunistas y la lucha feminista empezando a estar a flor de piel. Este tercer volumen está cargado de información valiosísima, precisa y contrastada. El contexto socio-cultural e histórico invadirá prácticamente todo el argumento.
[…] Con tono burlón dijo que no sabía nada de la clase obrera. Dijo que solo conocía a los obreros y obreras de la fábrica donde trabajaba, personas de las que no había absolutamente nada de lo que aprender más que la miseria. ¿Os imagináis, preguntó, lo que supone pasar ocho horas diarias sumergidos hasta la cintura en el agua de cocción de las mortadelas? ¿Os imagináis los que supone tener los dedos llenos de heridas a fuerza de descarnar huesos de animales? ¿Os imagináis lo que supone entrar y salir de las cámaras frigoríficas casi a veinte grados bajo cero para cobrar diez liras más la hora -diez liras- en concepto de complemento por frío? Si os lo imagináis, ¿qué creéis que vais a aprender de gente que está obligada a vivir así? Las obreras tienen que dejarse tocar el culo sin rechistar por jefecitos y compañeros. Si al hijo del amo le viene en gana, algunas deben seguirlo al secadero, cosa que pedía ya su padre, tal vez también su abuelo, y allí, antes de echársete encima, ese mismo hijo del dueño te suelta un discursito ensayado sobre cómo lo excita el olor del embutido. Tanto hombres como mujeres son sometidos a cacheo, porque a la salida hay una cosa que se llama «parcial» y que, si se enciende la luz roja en lugar de la verde, quiere decir que te estás llevando salamis o mortadelas. […] que enciende la luz roja no solo a los posibles ladrones sino a las muchachas guapas y reservadas y a los tocapelotas. Esa es la situación de la fábrica donde yo trabajo. El sindicato nunca ha puesto los pies allí y los obreros no son más que pobre gente bajo coacción1 […].

Los personajes han cambiado, no solo porque todo está cambiando, sino porque están creciendo (Lina y Lenù tienen ahora treinta años). Sus circunstancias les hacen reflexionar y ser críticas, sobre todo, porque sienten en sus propias carnes la opresión a la que han sido sometidas las mujeres a lo largo de la historia.
Si bien dije del anterior que las doscientas primeras páginas me parecieron monótonas, de este tengo que decir que no hay una sola página que parezca estar de más. El ritmo es rápido desde el principio, la tensión se palpa ya desde el final del segundo volumen y se hila muy bien con el principio de este tercero.
Creo que este es mi preferido, es con el que más cómoda me he sentido leyendo, con el que más he aprendido y con el que mejores momentos he pasado. Se me ha llegado a encoger el corazón con ciertas escenas un tanto dramáticas. Tiene un par de giros de los cuales uno de ellos me esperaba y me encanta que haya pasado.
Si os soy sincera, por una parte quiero leer ya el cuarto y último libro pero, por otra, me da pena, no quiero dejar de estar con ellas, no quiero dejar Nápoles así, no quiero ver cómo se hacen ancianas (intuyo que el último es la edad última) ni tampoco quiero resolver un misterio abierto en este tercer volumen. Porque sí, tiene unas gotitas de novela negra al principio y a mí hay ciertos personajes que me dan miedo.
1FERRANTE, Elena. Las deudas del cuerpo. trad.: Celia Filipetto. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, 2014.
Seguro que puedes y asi nos informas a las que te seguimos.Gracias
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Gracias, eso está hecho 💪🏼💪🏼💪🏼
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