Nota previa: Puedes leer el cuento pinchando aquí
Queridos, nos encontramos con uno de los cuentos más complejos hasta ahora analizados aquí en el blog. Es también, para mi gusto, uno de los cuentos más bonitos y extraordinarios de Borges. Vamos a analizarlo con mucho detenimiento y cariño para que podamos entenderlo a la perfección.
Comienza contándonos cómo un forastero llega del Sur (en algún lugar de Asia, por lo del idioma Zend que menciona), a un templo en ruinas, el que considera el lugar perfecto para su invencible propósito. El propósito que lo guiaba no era imposible, aunque sí sobrenatural. Quería soñar un hombre: quería soñarlo con la integridad minuciosa e imponerlo a la realidad. Ese proyecto mágico había agotado el espacio entero de su alma1. Bien, pues este mago, como lo llama Borges en el cuento, básicamente tiene la capacidad de crear a un hombre solo con soñarlo. Y así hace con uno de ellos.
Lo soñó activo, caluroso, secreto, del grandor de un puño cerrado, color granate en la penumbra de un cuerpo humano aún sin cara ni sexo; con minucioso amor lo soñó, durante catorce lúcidas noches. Cada noche, lo percibía con mayor evidencia. No lo tocaba: se limitaba a atestiguarlo, a observarlo, tal vez a corregirlo con la mirada. […] Antes de un año llegó al esqueleto, a los párpados2.
En lo que podemos considerar como una segunda parte del cuento, el mago sueña con la efigie en ruinas del templo, quien le reveló que su nombre terrenal era Fuego, que en ese templo circular (y en otros iguales) le habían rendido sacrificios y culto y que mágicamente animaría al fantasma soñado, de suerte que todas las criaturas, excepto el Fuego mismo y el soñador, lo pensaran un hombre de carne y hueso3. Nuestro mago, lo que interpreta de este sueño, es que tiene que hacer de su soñador un ser inmune al fuego y lo manda a otro templo, porque así se lo dice la efigie. Ya para terminar, en lo que a mí me parece la tercera y última parte del cuento, el templo en el que está el mago se vuelve a quemar, como pasó siglos atrás, pero nuestro soñador, preparado para morir abrasado por las llamas, descubre que es inmune al fuego él también. Entonces, con alivio, con humillación, con terror, comprendió que él también era una apariencia, que otro estaba soñándolo4.
El cuento es tremendamente alegórico y acoge muchas y diversas interpretaciones filosóficas. La primera de ellas es la presencia de la teoría idealista de Berkeley, un filósofo irlandés que ya vemos nombrado en el análisis que hicimos de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, y que nos cuenta -entre otras muchas cosas- que los objetos y nosotros mismos existimos en tanto en cuanto los podemos percibir por nuestra mente. En relación a esto, la filosofía budista, que considera la realidad ilusoria; y ya sabemos que Borges era un enamorado del budismo. La teoría del eterno retorno, también, el creador en ese ciclo infinito de creación.
Esto último nos llevaría a la estructura circular que presenta la narración, en relación con el título del cuento. El círculo, según Marta Gallo en su estudio El tiempo en Las Ruinas Circulares de Jorge Luis Borges, es el elemento más usado por poetas y filósofos para definir la eternidad y a Dios5. Y dice también: «Sobre la concepción de Dios, Quizá el soñador máximo en Las ruinas circulares, creo que la respuesta está en la primera oración del texto». La lectura se cierra con el soñador siendo soñado, como hacía él al principio, y con las ruinas ardiendo, como ya nos dicen al principio que ardieron siglos atrás. Este desenlace circular es precisamente el que hace que el tiempo no sea lineal sino ambiguo y también circular, claro, cuando todo se repite en un eterno retorno.

Vamos a prestar ahora atención a la referencia que hace Borges al principio de Alicia a través del espejo donde, como ya sabemos, Alicia está siendo soñada por el rey y, si este deja de soñar, ella desaparecerá. Y es que es que esto es lo que viene sucediendo en Las ruinas circulares: nadie existe si no hay alguien soñándolo.
He leído también en varios sitios que el cuento hace referencia a la creación literaria y el juego del escritor que piensa y «sueña» a sus personajes para darles vida a través de las letras. Bueno, queda bonito, la verdad, pero yo no lo veo. ¿Lo veis vosotros?
Hay muchísimo donde leer sobre Las ruinas circulares, hay un montón de estudios e interpretaciones de lo más interesantes. Yo no he querido explayarme demasiado porque no es lo normal en mi blog, pero con este pequeño análisis espero que hayáis aprendido a ubicaros dentro de él para tener la base necesaria para seguir investigando.
1BORGES, Jorge Luis. “Ficciones”, “Las ruinas circulares”, Cuentos completos. P.119. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, 2019.
2BORGES, Jorge Luis. “Ficciones”, “Las ruinas circulares”, Cuentos completos. P.121. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, 2019.
3BORGES, Jorge Luis. “Ficciones”, “Las ruinas circulares”, Cuentos completos. P.121. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, 2019.
4BORGES, Jorge Luis. “Ficciones”, “Las ruinas circulares”, Cuentos completos. P.123. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, 2019.
5GALLO, Marta. El tiempo en Las Ruinas Circulares de Jorge Luis Borges. Revista Iberoamericana. Vol.XXXVI, Núm.73. Octubre-diciembre 1970. Online. https://revista-iberoamericana.pitt.edu/ojs/index.php/Iberoamericana/article/view/2443/2633
Uno podría venir a darse una vuelta por aquí y quedarse para siempre. Hay tiempo suficiente. Hay mucho espacio y buena literatura. Estampas para la eternidad en un instante efímero, en un momento prolongado. Un abrazo.
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Tus palabras siempre tan bonitas en todo lo que escribes. Un abrazo del tamaño de Texas 😉
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Muchas gracias por tu piropo Isabel. Al leerlo, he sentido una alegría igual o mayor a la que experimentaba de niño cuando veía llegar el circo a mi pueblo,.. Bueno, a lo mejor estoy exagerando un poco. Pero me es igual. 🙂
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