Frida Kahlo (Magdalena Carmen Frieda Kahlo y Calderón) nació el 6 de julio de 1907 en la ciudad mexicana de Coyoacán. Su padre, Guillermo Kahlo, pintor y fotógrafo, jugó un papel importante en la carrera artística de Frida pues, gracias a él —o gracias a sus pinturas—, decidió comenzar a crear vida a través del pincel. Su madre, Matilde Calderón, fue la segunda esposa de Guillermo Kahlo, y de este matrimonio surgen las hermanas de Frida: Matilde, Adriana y Cristina. Años más tarde, esta última será una de las piezas más importantes del rompecabezas que constituye la vida de nuestra protagonista.

Una enfermedad en la infancia que marcará el resto de su vida
A los seis años de edad, una enfermedad marcará para siempre la vida de Frida Kahlo: poliomielitis. Debido a esta enfermedad, Frida tuvo que quedarse durante nueve meses en la cama, o haciendo diferentes ejercicios físicos para mejorar el crecimiento de su pierna derecha, que se había quedado atrofiada por causa de la enfermedad (no obstante, la pierna de Frida jamás se recuperó, quedando para siempre más delgada que la otra y provocando en ella una cojera crónica). Durante el resto de su vida, esta pierna será la causante de uno de los principales dolores físicos de Frida.

Frida Kahlo y Los Cachuchas
Una vez terminada la educación primaria en un colegio alemán, el padre de Frida decidió que su hija tenía que continuar con sus estudios en la Escuela Nacional Preparatoria (la prepa). Allí será donde se desarrollará la personalidad de la pintora, donde se consolidarán esos dos aspectos más característicos de Frida: su personalidad revolucionaria, que perseguía siempre una búsqueda de las más profundas raíces mexicanas, en defensa de su cultura y país; y su sensibilidad e inquietud artística, que hicieron de ella una gran amante de la literatura, la pintura y la política.

Fue aquí donde Frida conoció a Los Cachuchas, llamados así por los gorros que siempre llevaban, en parte creadores de la Frida de la que venimos hablando. Con ellos mantenía largas conversaciones sobre política, pintura, literatura y arte en general; acudía a fiestas y realizaban grandes “gamberradas” en la prepa. Entre este grupo de revolucionarios se encontraba Alejandro Gómez Arias, el primer novio de Frida Kahlo, del que realmente llegó a enamorarse. También fue por esta época cuando Frida conoció al enorme Diego Rivera, el pintor más aclamado del momento y quien, años más tarde, se convertirá en su esposo y tortura, en un dolor más de los que físicamente ya sufría.
El accidente de Frida Kahlo y su verdadero inicio en la pintura
El 17 de septiembre de 1925 Frida sufrió un grave accidente de tráfico. Ese día, Frida y Alejandro cogieron un autobús de regreso a casa, autobús que fue embestido por un tranvía provocando un accidente en el que Frida se lesionó gravemente la columna vertebral y aún más su pierna derecha. Debido a este accidente, Frida tuvo que guardar cama durante tres meses prisionera de un corsé de escayola para mantener recta la columna. Para sobrellevar mejor los intensos dolores, fue en este momento cuando Frida comenzó a pintar seriamente, sobre todo autorretratos, que realizaba gracias a las pinturas que le había prestado su padre. Frida se adentró en un nuevo movimiento artístico que predominaba en México y, desde entonces, las pinturas de la artista quedaron siempre marcadas por la recuperación del folklore mexicano y prehispánico. Este momento es clave para la vida de Frida, pues aquí termina su relación con Alejandro Gómez Arias y, tras su recuperación, toma la decisión de enseñarle sus pinturas a Diego Rivera para que le diera una sincera opinión. Estos cuadros fascinaron al pintor, quien empezó a visitar a Frida a Coyoacán de manera asidua, comenzando así la relación amorosa de la que todo el mundo se hizo eco. Fue en este preciso instante cuando, como ella misma dijo, sufrió el segundo accidente de mi vida.
El segundo accidente de Frida
Me atrevería a decir que esa sensibilidad y pasión con la que nació Frida se vio reforzada en gran medida por Diego Rivera. Su esposo desde que ésta tenía 22 años (él 42) hasta el final de sus días, fue la persona que más enseñó a la artista en todos los aspectos de la vida y la que más la hizo sufrir. Diego Rivera no juró amor sincero solamente a Frida sino a todo México ya que, desde siempre, Diego había sido un adúltero mujeriego por quien todas las mujeres caían rendidas a sus pies. Permanecieron siempre juntos, con un divorcio de por medio, pero él sólo pensaba en sus pinturas y en las otras mujeres que se llevaba a la cama. Esto acabó por destrozar a Frida, quien se sentía sola, acompañada únicamente por sus dolores, los cuales se iban intensificando con el paso de los años; a estos dolores físicos se añadía el gran dolor emocional que le provocaba Diego.

No obstante, gracias a este abandono que en ocasiones sentía Frida por parte de su marido, continuó viendo un gran refugio en la pintura, ya que comenzó a crear con más pasión y sentimiento que nunca. Estas cualidades de la pintura de Frida se observan con más claridad en aquellos cuadros en los que refleja la impotencia y frustración que sintió la artista con sus abortos. Sí, Frida siempre quiso ser madre y murió sin serlo porque, tras el accidente de autobús, su útero quedó completamente destrozado. Diego, al contrario, no quiso volver a ser padre (tuvo un hijo cuando estuvo trabajando en Europa, huyendo al mismo tiempo de los problemas que causaron en México sus ideales políticos de índole comunista, del cual no se ocupaba), y tampoco le importó que Frida hubiera fallado en dos embarazos. La artista no encontró apoyo en su marido durante esta época tan triste de su vida, lo cual reforzó mucho más ese aspecto primordial de sus cuadros: la expresión sincera y verdadera de sus sentimientos a través del arte.
La fama de Frida Kahlo, última aparición pública y muerte
A medida que aumentaban los dolores de Frida aumentaba también su fama. Sus cuadros comenzaron a crear eco y admiración, convirtiéndose en una de las pintoras más reconocidas del siglo XX. Exposiciones en México y París, venta de cuadros, regalos y fiestas con otros personajes famosos de la época hicieron de Frida una gran artista reconocida.
Pero su enfermedad iba en aumento, sus dolores se hacían cada vez más insoportables y la poca estabilidad emocional que le ofrecía Diego no ayudaron a nuestra artista. Sabemos, incluso, por las cartas que escribía, que había pensado varias veces en el suicidio, pero decidió conformarse con el alcohol, ya que las pastillas que estaba tomando no hacían desaparecer del todo el dolor.
Su última aparición pública fue el 2 de julio de 1954 en una manifestación en contra del gobierno democrático del presidente de Guatemala Jacobo Arbenz por parte de la CIA.
Finalmente, Frida Kahlo murió la noche del 12 al 13 de julio de 1954, a los 47 años de edad, debido a una embolia pulmonar. Su cuerpo fue expuesto en el vestíbulo de la entrada del Palacio de Bellas Artes.
Si tuviera que describir a Frida Kahlo con unas pocas palabras escogería, sin duda, dolor, pasión y emoción. Frida Kahlo es la artista mexicana revolucionaria que todos conocen, y también es la artista débil emocionalmente, llena de pasión. Pasión por el arte, la literatura, la vida, los pequeños detalles de la vida, aquellos que en el fondo nos dan la felicidad. Frida es la artista que dibujaba su alama en cada uno de sus cuadros, sin filtros y sin tapujos, con la total sinceridad de sus emociones al desnudo. Frida fue, durante toda su vida, su mejor musa, su amiga, la persona a la que mejor conocía y la única capaz de comprender su dolor; una mujer fuerte y débil al mismo tiempo cuyo refugio fue siempre el arte.