- La desaparición de una de las maravillas del mundo
En el año 365 a.C. vivía en Grecia un joven que residía en el completo anonimato pero cuyo nombre acabaría muy pronto siendo conocido por todos. El motivo: este joven prendió fuego a una de las siete maravillas del mundo antiguo, el templo de Artemisa en Éfeso, dejándolo reducido a cenizas y escombros. No podemos saber, hoy en día, las dimensiones del templo, pero el historiador romano Plinio el Viejo lo describió como un templo colosal cuya superficie era cuatro veces mayor que la del Partenón ateniense.
Cuando preguntaron al joven la razón por la que había cometido semejante atrocidad, el pirómano solo pudo decir que quería hacerse famoso. ¡Y vaya que si lo consiguió! El acto vandálico de este joven pasaría a la historia y su nombre, Eróstrato, se utiliza desde entonces para designar a todo aquel que comete un crimen por puro afán de llamar la atención.
El templo fue construido nuevamente pero, setecientos años después, los dioses decidieron acabar definitivamente con esta maravilla del mundo, quedando sus restos sepultados bajo tierra para siempre.
2. El hundimiento del Titanic
En 1912 se construye un transatlántico de lujo de 46.329 toneladas y considerado “insumergible”. El diez de abril, el buque parte del puerto de Southampton en dirección a Nueva York. Los primeros días ocurrieron sin incidencias y los 1.316 pasajeros del transatlántico viajaban despreocupados, bailando, bebiendo y disfrutando de toda clase de lujos. Mientras, los 885 miembros de la tripulación cumplían orgullosos con sus obligaciones.
Sin embargo, el 14 de abril, algunos pasajeros percibieron el ruido de un gran arañazo y un largo temblor. La señal de que el barco se había chocado con un iceberg y de que a los tripulantes del barco les quedaban apenas dos horas de vida era inminente. Algunos de los pasajeros pudieron huir en botes salvavidas, otros decidieron nadar hasta donde llegaran, pero la otra gran mayoría murió.
¿Por qué murieron tantas personas en el hundimiento del Titanic? Se ve que todo sucedió por una serie de errores e infortunios. En primero lugar, se sabe que en total se enviaron hasta siete avisos de diferentes barcos para advertir la presencia de icebergs en el océano, pero los radiotelegrafistas estaban demasiado ocupados con los telegramas privados de los pasajeros y no retransmitieron la noticia al puente de mando. En segundo lugar, el vigía apostado en el mástil y encargado de vigilar la presencia de posibles incidencias en la ruta, carecía de prismáticos. Por último, el ultramoderno navío disponía tan solo de ocho botes salvavidas a cada lado del barco con un total de 1.878 plazas; el problema es que, en el buque, viajaban más de 2.200 personas. ¿A qué se debió semejante imprudencia? En realidad no existía ningún problema, ¡el barco era “insumergible”! y se habían gastado millones de libras en piscinas, zonas de juego, restaurantes, salones de lujo, jardines y todo tipo de detalles innecesarios, mientras que los botes salvavidas carecían de agua potable, lámparas de emergencia y chalecos salvavidas.
3. Creso y el oráculo de Delfos
Creso, el último rey de Lidia, tenía en mente emprender una guerra que le permitiera conquistar a la vecina Persia. Como era costumbre, acudió primero al oráculo de Delfos, el más famoso de la antigüedad. La pitia, principal sacerdotisa del templo, le respondió lo siguiente: “si cruzas el río Halys, destruirás un gran imperio”. Así pues, Creso, ilusionado, partió con sus tropas contra Persia y cruzó el río Halys, que servía de frontera entre ambos reinos.
Sin embargo, el rey de Lidia había pasado por alto un pequeño detalle: el suyo también era un gran imperio. Finalmente, aquella campaña acabó con la destrucción de su propio imperio.
4. La muerte de Arquímedes
Entre los años 287 y 212 a.C. vivió en Grecia un físico y matemático que nos legó importantes tratados sobre geometría, estereometría, aritmética y mecánica. Se llamaba Arquímedes y nació en Siracusa, una colonia griega en la actual Sicilia. Fue un auténtico precursor en el campo de las matemáticas y realizó descubrimientos relevantes, como el cálculo infinitesimal. En el campo de la mecánica estableció las leyes de la palanca e inventó el llamado “tornillo de Arquímedes”, una espiral metálica que permitía transportar agua desde un nivel inferior a otro más elevado. Sin embargo, el descubrimiento que le aportó más notoriedad fue el desarrollo de una de las leyes fundamentales de la hidrostática, el histórico “principio de Arquímedes”, que describe el empuje que recibe todo cuerpo sumergido en un fluido.
Acerca de su vida personal poco sabemos, pero es conocida su contribución a la defensa de Siracusa durante el asedio de roma mediante la invención de la catapulta. En el año 212 a.C., cuando el ejército romano consiguió toma la ciudad, el general Marcelo ordenó que capturaran al científico y lo presentaran ante él. En ese momento, Arquímedes estaba concentrado con unos problemas matemáticos, trazando figuras sobre la arena, de modo que le dijo a uno de los soldados: “No toques mis círculos”. El militar, que se ofendió por el modo que tuvo el científico de hablarle, cogió furioso su espada y atravesó al genio. Así fue como Arquímedes murió víctima de la ineptitud de un soldado romano.
5. La mentira de las espinacas
“Las espinacas son un alimento muy sano porque contienen mucho hierro”. Escuchado esto, todas las madres del mundo decidieron que era una buena idea obligar a sus hijos a comerse las espinacas. Hoy en día sabemos que, en realidad, hay otros alimentos que contienen más hierro que las espinacas, como las almendras, el chocolate o el paté de hígado. La creencia errónea de que las espinacas contienen un alto nivel de hierro viene de la mano de un error de transcripción de una nutricionista. Mientras escribía, desplazó sin querer la coma que indicaba los decimales hacia la derecha, multiplicando por diez la cantidad de hierro que contenían. A pesar de que este error quedó subsanado en la década de los treinta, la idea de que las espinacas son un alimento con un alto contenido en hierro se ha mantenido durante años1.
1RÖSSING, Roger. Los errores de la historia. Fracasos, equívocos y deslices históricos. Swing, 2007. Impreso